Se trataría de un barco de nacionalidad panameña interceptado mientras cargaba el combustible de contrabando
Las autoridades iraníes han anunciado este sábado el abordaje de un petrolero cargado de combustible de contrabando. Lo han llevado a cabo efectivos de la Flotilla 412ª Zolfaghar, perteneciente a la Guardia Revolucionaria. Su mando al frente, el coronel Ahmad Hajian, ha confirmado a la agencia iraní Mehr que el buque transportaba 150.000 litros de diesel. Los once miembros de la tripulación han sido puestos a disposición judicial en la magistratura de Parsian, provincia de Hormozgan.
La agencia local Fars, próxima al Cuerpo de Guardianes de la Revolución, ha informado de que la intervención tuvo lugar en aguas iraníes del Golfo Pérsico, al sur de Irán. “Con superioridad de inteligencia y acción oportuna, se apoderaron de un barco extranjero de nacionalidad panameña, en el área geográfica de la zona operativa de la unidad en el Golfo Pérsico, mientras cargaba el combustible de contrabando”, ha asegurado la fuerza paramilitar en un comunicado.
Este incidente es el último de una serie de acciones similares ocurridas durante los últimos años. El régimen de sanciones reimpuesto por EEUU en 2018, y el hecho de que Irán alberga ingentes reservas de petróleo y gas explican la existencia de numerosa actividad de contrabando de gasolina. Una estimación de Fars asegura que el año pasado se sacaban del país, mediante contrabando, entre siete y 10 millones de litros de crudo y diésel.
Los principales países de destino de este producto, a menudo extraído de suelo iraní por tierra, son los vecinos Pakistán y Turquía, países con reservas harto menores. Y aunque críticos del Gobierno acusan a algunas de sus propias instituciones de estar involucradas en este lucrativo negocio, son numerosos los contrabandistas que participan del mismo. Las autoridades, presididas por Ibrahim Raisi, se han comprometido a intensificar los esfuerzos para acabar con este tipo de prácticas.
Hace justo un año, Irán anunció también la captura, en similares circunstancias, de un petrolero panameño que transportaba 300 toneladas de crudo. Ocurrió en un contexto particular. Irán y otros países aliados de EEUU se hallaban enzarzados en una disputa en alta mar que contaba con naves capturadas y otras siniestradas en extrañas circunstancias. Después de que fuerzas del Reino Unido capturasen un petrolero iraní en aguas próximas a Gibraltar, Irán se hizo con uno británico.
Tal situación no sólo elevó el precio de los seguros requeridos por los barcos para atravesar el estrecho de Ormuz, en la boca del Golfo Pérsico, sino que motivó que una serie de países llamasen a armar una flota internacional para confrontar el acoso de Irán a la navegación por esa importante arteria de agua. Teherán ha denunciado reiteradamente las sanciones, que le prohíben extraer y exportar hidrocarburos de forma segura y sin obstáculos. China importa una pequeña cantidad de forma encubierta.
A principios de este mes, la Guardia Revolucionaria anunció con gran pompa una acción en aguas próximas a Ormuz, en el golfo de Omán. Según fuentes iraníes, planeadoras y un helicóptero de los Guardianes arrebataron con éxito un buque cargado de combustible “robado” de manos de fuerzas estadounidenses. De acuerdo con la versión de Irán, EEUU pretendía capturar la mercancía, de forma parecida a lo que había ocurrido meses antes con un buque de gasolina iraní rumbo a Venezuela.
Washington desmintió a los iraníes. Admitió el acercamiento entre sus fuerzas y las iraníes en el mar, pero negó que se tratase de un choque y que hubiesen tomado el barco, de bandera vietnamita, que los Guardianes abordaron y se llevaron a aguas de su país -días después fue liberado-. Este toma y daca entre ambos países da cuenta de la gran desconfianza que persiste a pocos días de una nueva ronda de diálogo en Viena, donde Irán y el resto de firmantes del pacto atómico negociarán para revivirlo.