🔸António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, afirmó que los retos del siglo XXI requieren soluciones más adecuadas para la propia época.
#INTERNACIONAL | En un mundo acosado por “riesgos catastróficos existenciales crecientes” como guerras, cambio climático y pobreza, los mandatarios de los 193 países de la ONU adoptaron un Pacto para el Futuro de la humanidad, pese a la oposición de países como Rusia, Venezuela o Nicaragua en una cumbre que da inicio a los debates anuales de las Naciones Unidas de su Asamblea General.
“Los desafíos del siglo XXI deben ser resueltos con soluciones del siglo XXI”, dijo el secretario general de la ONU, António Guterres, tras la adopción de este texto que contiene 56 acciones para hacer frente a los “mayores desafíos de nuestra época”.
Dichos retos van desde la paz y el derecho internacional, la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, la arquitectura financiera mundial o el cambio climático, a asuntos más innovadores como la inteligencia artificial.
Esta nueva “caja de herramientas” para reparar el mundo, como define la redacción del Pacto los nuevos compromisos, abre “nuevas vías a nuevas posibilidades y oportunidades”, recordó Guterres, que prometió trabajar “en su realización hasta el último día” de su mandato.
El documento, aprobado por consenso aunque no es vinculante, contó con la oposición de países como Rusia, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte o Bielorrusia.
“Nadie está contento con este texto”, dijo el viceministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Vershinin, pese a los sucesivos discursos a favor del Pacto que hubo en la tribuna.
“Fue irritante que, al final, Rusia una vez más trató de parar todo el proceso”, dijo el canciller alemán, Olaf Scholz ante la prensa.
Junto al documento principal, los Estados miembros también adoptaron el Pacto Digital Global para reducir la brecha digital y desarrollar tecnologías seguras y respetuosas en beneficio de todos.
La resolución examina en particular las oportunidades y los riesgos de la IA. En un momento en que el rápido desarrollo de tecnologías revolucionarias podría amenazar la democracia y los derechos humanos, los Estados se comprometen a crear, bajo los auspicios de la ONU, un Grupo Científico Internacional para promover el diálogo internacional entre los gobiernos y otros actores relevantes del sector.