Los resplandecientes horizontes de Hong Kong y Shanghái se han asociado durante mucho tiempo con la riqueza y el glamour.
Pero en las últimas semanas, se han convertido en sinónimo de una realidad mucho más sombría, ya que las autoridades de los dos centros financieros internacionales luchan por contener los furiosos brotes de la variante ómicron de coronavirus.
Las medidas extremas por el covid-19 han restringido en gran medida la vida de los residentes en ambas ciudades, con Shanghái entrando ahora en la tercera semana de cierre de viviendas ordenado por el Gobierno, y Hong Kong irritado por un tercer año de cuarentena y restricciones de viajes.
Las ciudades que alguna vez fueron las puertas de entrada de China a Occidente tiene cierres fronterizos de mano dura y se han suspendido rutas aéreas, por lo que las dos ciudades se han cerrado a gran parte del mundo, incluso cuando se abren otras grandes.
Este martes, solo un vuelo llegó a Hong Kong desde fuera de Asia Pacífico, un marcado contraste con la era anterior a la pandemia, cuando el aeropuerto de la ciudad era uno de los más concurridos del mundo, recibiendo regularmente 1.100 vuelos diarios de pasajeros y carga hacia y desde 200 destinos internacionales.
Ahora la mayor parte del tráfico es de salida, transportando a los residentes que huyen de Hong Kong en busca de un futuro más prometedor o al menos con menos restricciones. En febrero y marzo, más de 180.000 personas abandonaron la ciudad mientras que solo ingresaron unas 39.000, según datos de inmigración.
Los cierres en Shanghái y Hong Kong hacen salir a los expatriados
Shanghái, al igual que Hong Kong, es el hogar de un gran número de residentes extranjeros, pero crece el temor de que eso también pueda cambiar pronto.
Jörg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, estima que China ha perdido alrededor del 50% de todos los expatriados europeos desde que comenzó la pandemia, y advierte que podría haber otro éxodo de familias este verano cuando termine el año escolar. “No me sorprendería que la otra mitad [de los que quedan] se vaya”, dijo a CNN, la semana pasada.
Un informe reciente de la Cámara de Comercio Británica en China pareció respaldar esta evaluación, señalando que las escuelas internacionales en China podrían ver al menos el 40% de los maestros irse antes del próximo año escolar, lo que podría impulsar a más familias a mudarse.
Lo que impulsa estas salidas es la adhesión de China a una política intransigente de cero covid, que se basa en una combinación de estrictas cuarentenas fronterizas, cierres de hogares y pruebas masivas en un intento por acabar con las infecciones.
Pero esas medidas ya no parecen suficientes frente a la última ola de ómicron. Hong Kong registró la tasa de mortalidad per cápita más alta en Asia y Oceanía el mes pasado cuando los casos aumentaron y el virus arrasó con los hogares de ancianos. Shanghái se sumió en una crisis poco después, con los 25 millones de residentes colocados bajo confinamiento obligatorio de viviendas a fines de marzo.
Muchos en Shanghái se han quejado de no poder acceder a alimentos, suministros básicos e incluso atención médica durante emergencias. Los informes de trabajadores de la salud que obligaron a los residentes de edad avanzada a ponerse en cuarentena y de trabajadores que mataron a un perro corgi después de que su dueño diera positivo alimentaron la rara furia pública hacia el Gobierno en las redes sociales chinas.
“Shanghái realmente nos está arrinconando. No nos tratan como humanos en absoluto”, escribió un usuario en Weibo, la plataforma similar a Twitter, altamente censurada de China.
“Realmente no puedo entender. ¿Cómo podría ser tan malo? ¿Qué le está pasando a Shanghái?”, se lee otro comentario popular de Weibo.
Antes de esta ola, los funcionarios de Shanghái se enorgullecían de su enfoque menos perturbador para contener los brotes y habían evitado el tipo de pruebas masivas en toda la ciudad que se ven en otras ciudades chinas importantes.
La estrategia cero-covid de Hong Kong
Hong Kong también había sido alabado una vez como una historia de éxito sin covid. Aunque anteriormente se había enfrentado a varios brotes, su tasa de mortalidad se mantuvo baja hasta que llegó una quinta ola en febrero. El riesgo de infección parecía tan bajo que muchos residentes, en particular los ancianos, no consideraron la vacunación como una prioridad, lo que dejó vulnerable a gran parte de la ciudad cuando la variante ómicron atacó.
Ahora, a medida que un número creciente de residentes busca irse, esa sensación de seguridad relativa, y la posición de ambas ciudades como capitales internacionales de viajes y comercio, parece más lejana que nunca.
“Llevamos más de un mes sin ganar dinero como negocio”, dijo Josh Vaughn, un empresario estadounidense en Shanghái que posee una marca de gafas de sol en línea. “Me estresa pensar en eso porque no sé cuándo terminará este confinamiento… Tengo tanto miedo de que esto pueda ser el final de mi negocio”.
Vaughn dijo que después de contraer covid este mes enfrentó la hostilidad de sus vecinos, quienes se mostraron reacios a dejarlo regresar a su edificio de apartamentos después de que le dieron de alta del hospital, haciéndose eco de experiencias similares de otros expatriados que se han sentido excluidos.
Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea, advirtió que el impacto económico de las restricciones de China por el covid podría empujar a algunas empresas extranjeras a considerar trasladar sus sedes regionales fuera de la gran China, lo que pone en duda el futuro de los principales centros comerciales, como Shanghái y Hong Kong, mientras el resto del mundo se abre.
Singapur, que durante años ha competido con Hong Kong por el título de principal centro de negocios internacional de Asia, fue el primer país asiático en declarar que se alejaba de una política de cero covid para vivir con el virus, el año pasado. Algunos en el sector empresarial de Hong Kong ahora están mirando a la ciudad-Estado del sudeste asiático, que eliminó en abril todos los requisitos de cuarentena para los viajeros vacunados.
Las autoridades chinas han reconocido esta posición precaria, y la líder de Hong Kong, Carrie Lam, dijo a fines de marzo: “Tengo un sentimiento muy fuerte de que la tolerancia de la gente se está desvaneciendo… que algunas de nuestras instituciones financieras están perdiendo la paciencia con este tipo de estado aislado de Hong Kong, ya que Hong Kong es un centro financiero internacional”.
En un esfuerzo por impulsar la debilitada economía de Hong Kong, Lam levantó algunas prohibiciones de vuelos y acortó los requisitos de cuarentena el mes pasado. Pero puede ser demasiado poco, demasiado tarde, especialmente cuando los funcionarios chinos y los medios estatales aumentan la retórica que elogia la política de cero covid de China, ofreciendo pocas esperanzas de que estos centros financieros internacionales se abran pronto.
Gabriele, un residente italiano en Shanghái que pidió ser identificado solo por su nombre de pila, dio positivo a principios de abril y desde entonces ha estado confinado en su apartamento durante más de tres semanas, dijo.
Al describir la situación como una “pesadilla”, Gabriele dijo que los trabajadores de la salud dijeron que vendrían a hacerle la prueba nuevamente, pero “nunca aparecieron”, y los intentos de contactar a las autoridades locales no han ido a ninguna parte. “Nos sentimos impotentes”, dijo.
Ahora, está pensando en mudarse a casa para siempre, dejando atrás una ciudad que alguna vez amó.
“La ciudad perdió completamente su brillo. No sé si se recuperará”, dijo. “Es como una ciudad completamente diferente… realmente se siente como si estuviéramos retrocediendo en el tiempo en lugar de mirar hacia el futuro”.