La frontera norte de México, donde la crisis de migrantes que intentan entrar en Estados Unidos no da tregua, suele estar en el centro de las noticias sobre inmigración. Mientras tanto, crece también un movimiento en sentido contrario, aunque de características diametralmente opuestas: el de estadunidenses que se instalan en el país vecino.
En el año 2022, un total de 11.518 estadounidenses recibieron la tarjeta de residente temporal en México, según los datos de la Secretaría de Gobernación (Segob) del país latinoamericano. La cifra implica un aumento con respecto al año anterior, cuando se habían contabilizado un total de 9.086. En 2020, el año de la pandemia, mientras tanto, el número había sido 5.393 (un descenso frente a los 6.564 de 2019). En otras palabras, de 2020 a 2022 la cifra estuvo cerca de duplicarse.
Casi 7.000 de las tarjetas del año pasado corresponden a estudiantes, según la clasificación que hace el organismo. Le siguen los casos de rentistas, cerca de 3.500, y luego los de trabajadores que se cifran en unos 2.300.
Los estadounidenses que obtuvieron la tarjeta de residencia temporal en 2022 representan casi un 20% del total de extranjeros que tuvieron luz verde con este trámite (59.156 exactamente). Son el país del que más gente ha tramitado esa documentación, seguidos por diferencia de Colombia y Cuba.
La tendencia en alza coincide con un aumento de los totales de extranjeros que se asientan con la habilitación de residentes temporales en el país, que pasó de unos 35.000 en 2020 a cerca de 59.000 en 2022.
Según el Departamento de Estado, cerca de 1,6 millones de estadounidenses viven en México.
Ciudad de México, un refugio de nómadas digitales
Un factor en juego para los estadounidenses es el aumento del costo de vida en su país, que en 2022 registró su peor índice de inflación en 40 años.
Los costos cada vez mayores de la compra y alquiler de vivienda, así como de la comida y los servicios, han llevado a estadounidenses a instalarse en Ciudad de México, en muchos casos aprovechando la posibilidad de teletrabajar. Esto les permite cobrar en dólares, un negocio para los bolsillos de los estadounidenses.
Así lo resume el profesor el profesor Fernando Bustos, de la Universidad Anáhuac: “Se mudan para acá porque es barato, no porque quieran participar realmente de la cultura local o porque les interese México”.
The Economist, que todos los años publica el listado de las ciudades del mundo más caras para vivir, incluyó el año pasado a 22 estadounidenses entre un total de 172. Entre ellas estaban Nueva York, California, Portland, Boston, Chicago y Charlotte.
Ciudad de México, mientras tanto, se situó recién en el onceavo puesto de las ciudades más caras de América Latina, según el ranking de 2022 de la compañía de movilidad global ECA International. Es más barata que otras múltiples capitales de la región como Buenos Aires, Montevideo, Lima y Quito, y también más barata que gigantes como Río de Janeiro y Sao Paulo.
“En San Diego mi apartamento costaba US$ 2.500, era un estudio. Aquí tengo un departamento de un dormitorio por US$ 800”, contó a David Culver de CNN Erik Rodriguez, uno de los tantos inmigrantes radicados en la capital mexicana, que está oficialmente en calidad de turista.
Para él, que apenas hablaba español, el cambio no se trató de conectar con sus raíces latinas, sino de una ecuación. Sin embargo, se siente cómodo. “Se empieza a sentir como estar en casa. Ya llevo varios meses aquí”, dijo.
Una inmigración con costo alto para los locales
El cambio es negocio para los estadounidenses, que llegan con su moneda fuerte, pero no necesariamente para los locales, que a pesar de la inyección para la economía que supone la llegada de nuevos habitantes con poder adquisitivo, también han visto los precios de la vivienda aumentar por la demanda de los extranjeros.
Ese es el caso de Sandra Ortiz, quien durante años tuvo un restaurante familiar en el popular barrio conocido como la Roma. A medida que los precios subieron, se les volvió imposible de sostener y terminaron desalojados, con las pertenencias en la acera de un momento a otro. Ortiz se quedó sin negocio, hoy trabaja en otro restaurante y no ha vuelto a su zona de antes. “Mucho dolor”, dice.
Los mexicanos también luchan contra una alta inflación: cerró diciembre en un 7,82 a tasa anual y en enero no mostró signos de baja. A eso se suma que, según expertos, en 2023 el país no llegaría a alcanzar los niveles de crecimiento del año pasado, que fue del 3%.