Nuestro país enfrenta un escenario idóneo para aprovechar su posición estratégica con miras a consolidarse como el “gran taller de América”. Esto requiere de una agenda económica sólida del próximo gobierno para concretar este escenario favorable.
En las décadas anteriores, México se convirtió en el “taller de Norteamérica”. En el mundo actual lleno de acechanzas, pero condicionado por transiciones que vendrán a transformarlo y generarán oportunidades únicas, nuestro país podría devenir en el “gran taller de América”. Por eso el diseño y operación de la agenda laboral e industrial del próximo gobierno del país será crucial.
La 4T inició el cambio del mundo del trabajo en estos años. Ante la eventualidad de que este movimiento continúe en el gobierno, Claudia Sheinbaum podría tener en sus manos decisiones críticas que hagan la diferencia para que se concreten o no posibilidades como las que pasaremos a enunciar.
¿Cómo lograr el “gran taller de América”? Tal como se está empezando a hacer. Estamos en una coyuntura crítica de la historia humana, cuya magnitud de riesgos sólo es emparejada por las oportunidades extraordinarias que se aparejan. Ellas nacen de un mundo convulso e incierto asolado por la guerra, las disputas comerciales, las geopolíticas del poder, los nacionalismos, las luchas por el liderazgo global, las diásporas y migraciones humanas imparables y la nueva normalidad de la pospandemia: un conjunto de complejidades que ha venido a romper el orden global, las cadenas de proveeduría transcontinentales y las nociones de un mundo sin fronteras.
Se trata de un mundo en el que, sensu contrario, cobra impulso el valor del regreso a casa, las fronteras seguras, los amigos cercanos, la familia extendida, los vecinos asociados, la proveeduría y recursos propios, y –en suma— el valor de edificar lo regional. Es decir, el valor de tener una gran casa que –ahora más que nunca– se debe fortalecer desde y hacia dentro.
Esto es lo que ha dado en llamarse nearshoring. Un fenómeno que está trayendo inversiones a México y que –en el futuro mediato podrá traer muchas más–. O, al menos, capitales en cantidades y recursos que abrirán avenidas insospechadas para el país.
¿Por qué México? Porque el país destaca –y podrá hacerlo aún más– por su larga tradición pacifista y su cultura hospitalaria; su extensa frontera con Estados Unidos, su amplia red de tratados comerciales y de inversión con cada división mayor del mundo; su tratado de tercera generación con Norteamérica –con derechos humanos laborales vinculantes–; su experiencia industrial centenaria, su amplia red logística para la exportación y su extensa gama de recursos naturales, incluyendo recursos escasos para la transición, como el litio y las energías solar, eólica e hídrica, dentro de otros.
Por si fuera poco, México posee una clase trabajadora talentosa, joven y masiva, reconocida internacionalmente por su disposición al trabajo duro, el deseo de aprender y el espíritu para comprometerse con lo bien hecho.
De ahí que la administración siguiente estará en posición de proponer y comprometer lo que sus antecesores no imaginaron siquiera:
» Mover a México hacia escenarios donde no cabrá más el trabajo barato ni descalificado; como tampoco la presencia de leyes que no se aplican e instituciones endebles.
Se necesitará un mensaje contundente en el sentido de que México ahondará en los derechos de los trabajadores, al igual que en su organización y negociación colectiva libres. Una nación en camino de hacer realidad la mejora continua del trabajo decente y la calidad de vida, tanto como el incremento sistemático de los salarios mínimos y contractuales. Todo ello soportado por una política decidida de fortalecimiento de las instituciones, la educación dual –profesional, técnica y para el trabajo–, una política de Estado para la transición, tanto como para el imperio de la ley, y la vigencia del Estado de Derecho.
» Establecer el compromiso decidido de hacer de México un actor central en la gran transición laboral e industrial contemporánea. Esto es en la triple transición hacia energías limpias, movilidades sustentables y sociedades fundadas en el respeto de los derechos humanos laborales y la justicia climática. La economía verde y circular, y los empleos verdes e inteligentes deberán estar en la base de los programas sectoriales de trabajo e industria del gobierno por venir.
En todos estos temas Claudia Sheinbaum tendrá la ventaja de su expertise en cambio climático, medio ambiente, energía y movilidades sustentables.
Por estos caminos, el país podrá ser parte del selecto grupo de naciones emergentes que podrán superar la trampa del ingreso medio (TIM*) en la que ahora se encuentra (ascendiendo al estadio de ingreso alto).
*TIM se refiere al estadio de naciones que ni logran despegarse en definitiva de la masa de naciones de ingresos bajos –apresadas en sectores rústicos primario-industriales, exportaciones comotizadas y bajos salarios-– ni logran ingresar al nivel de naciones desarrolladas, de tecnologías y artículos de punta, cuidado ambiental, altos ingresos y calidad de vida.
*El autor coordina la Red Innovación y Trabajo en la Industria Automotriz Mexicana (RedItiam) y el Grupo Interdisciplinario de Transporte Eléctrico y Movilidades Avanzadas (TEAMs). Es miembro del TinkTank para el Transporte Eléctrico Estados Unidos-México de la Alianza MX de la Universidad de California y la SER.