El golf es un deporte que a veces deja en carne viva ese delicado equilibrio entre la opulencia y el trabajo silencioso de los caddies. Y que también castiga a los jugadores con malas acciones. En el Camaleón Golf Club, donde estos días se disputa el Latin America Amateur Championship, sucedió en 2018 un episodio que dejó en el ojo de la tormenta a Matt Kuchar, un golfista hasta allí de imagen inmaculada y muy querido por el público, siempre sonriente y arropado por el simpático aliento de “¡Kuuuch, Kuuuch!”. El norteamericano ganó aquella cita del Mayakoba Classic, por el PGA Tour, y embolsó un premio total de 1.296.000 dólares.Ads by 

Kuchar había acordado pagarle 5000 dólares a su caddie local, David Giral “El Tucán” Ortiz, por la semana de torneo. Asimismo, en caso de una victoria, estaba vigente el arreglo tácito de un porcentaje que normalmente equivale al 10% del premio. Pero cuando el norteamericano se coronó campeón del Mayakoba, siguió viaje rumbo a Australia sin pagarle el bono adicional a su asistente mexicano, lo que desató el conflicto. Kuchar no es ningún novato: tiene 41 años, ganó nueve veces en el máximo circuito y lleva amasada una fortuna de más de 50 millones de dólares en ganancias oficiales. Es una estrella a la que solo le falta consagrarse en un major.

Ortiz y su trabajo durante el Latin America Amateur Championship con el mexicano Gabriel Ruiz Treviño
Ortiz y su trabajo durante el Latin America Amateur Championship con el mexicano Gabriel Ruiz Treviño Crédito: María Aleman / LAAC

El cortocircuito a raíz de su pago amarrete se filtró y se hizo público en febrero de 2019, pero incluso las declaraciones del jugador para apañar la situación, lejos de ayudar, avivaron el escándalo. “Para un tipo que gana 200 dólares por día, 5000 dólares en una semana es un monto realmente grande”, se justificó Kuchar en el Genesis Open disputado en aquella fecha. Luego de ver las primeras reacciones de la prensa y de la gente, cambió de tono y se disculpó.

Kuchar no quedó bien parado debido a esta polémica; es más: por primera vez escuchó silbidos y algún abucheo a los costados del fairway. Cuando el tema se le volvió insostenible, llegaron sus disculpas: “Me di una chance de crecimiento, de superación personal. Intento en situaciones no volver a cometer ese error, sino ser mejor en muchas áreas: tratar de ser más caritativo, generoso y de aprovechar más oportunidades para hacer lo correcto”. Voces maliciosas que conocen al golfista recordaron entonces su fama de tacaño en el PGA Tour. Y rememoraron sus propinas de apenas un dólar para los empleados encargados de los lockers y para la gente de mantenimiento a lo largo de una semana de torneo.

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