Porfirio Díaz hizo diversas declaraciones polémicas sobre el pueblo mexicano que aceleraron la revolución. ¿Las conoces?

Porfirio Díaz es uno de los personajes más controvertidos del siglo XIX y XX mexicano. Habiendo sido considerado un héroe en vida, instaló un nuevo régimen tras la muerte de Benito Juárez, el cual sufrió desgaste político con el paso de los años, detonando la Revolución Mexicana.

Son muchos los mitos que rodean a este personaje, pero cuál era la percepción de uno de los presidentes cuyo mandato ha sido uno de los más largos. Como es natural, existen diversas declaraciones del expresidente sobre su percepción de sus gobernados. Sin embargo, uno de los documentos con mayor trascendencia histórica fue la entrevista Díaz-Creelman, la cual fue realizada al presidente por el periodista canadiense James Creelman, quien radicaba en el Estado de México. El texto fue publicado en marzo de 1908 en la revista Pearson’s Magazine y abarca cerca de 47 cuartillas, su publicación sirvió como catalizador del proceso revolucionario en México.

Entrevista Díaz-Creelman

De acuerdo con la entrevista realizada en el Castillo de Chapultepec, Díaz consideraba un logro el haber consolidado la paz de México, país que había vivido en división y guerra desde su independencia. Pensaba que entonces, en los albores del siglo XX, el pueblo estaba “impreparado para ejercer los supremos principios del gobierno democrático.” Aceptaba que había llegado al poder tanto por la vía militar como por el refrendo democrático.

Sin embargo, para 1908 seguía considerando que los mexicanos no estaban preparados para un cambio de gobierno, por lo que lo respaldaban con su voto.

“He tratado de dejar la presidencia en muchas y muy diversas ocasiones, pero pesa demasiado y he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí.”

Declara Díaz.Empero su visión no era puramente democrática, pues el mandatario acepta en la entrevista la tendencia de su gobierno al centralismo y a la represión de los movimientos populares. Sobre ello mencionó:

“Hemos adoptado también una política patriarcal en la actual administración de los asuntos de la nación, guiando y restringiendo las tendencias populares, con fe ciega en la idea de que una paz forzosa permitiría la educación, que la industria y el comercio se desarrollarían y fueran todos los elementos de estabilización y unidad entre gente de natural inteligente, afectuoso y dócil.”

Posteriormente, nuevamente refrenda la idea de que se concibe a sí mismo como un preparador del pueblo para que este pueda escoger un nuevo gobernante sin riesgos de una guerra civil. La declaración concluye: “Creo que, finalmente, ese día ha llegado”.

¿Porfirio Díaz apuntaba al fortalecimiento de la clase media?

Con respecto a las distintas clases económicas, Díaz consideraba que había sido el forjador de la clase media mexicana, la cual serviría para el tránsito democrático. Para él los ricos estaban “demasiado preocupados por sus mismas riquezas y dignidades para que puedan ser de alguna utilidad inmediata en el progreso y en el bienestar general.”

Sin embargo, su percepción de los pobres no era menos rígida, sobre ellos declaró: “Por otra parte, los pobres son a su vez tan ignorantes que no tienen poder alguno.” Sus esperanzas, sin duda, estaban puestas en la clase media:

“Es en la clase media, surgida en gran parte de los pobres pero también en alguna forma de los ricos —clase media que es activa, trabajadora, que se mejora a cada paso—, en la que una democracia debe confiar y descansar para su progreso. Es la clase media a la que principalmente atañe la política y el mejoramiento general.”

De acuerdo con Díaz, México había estado impedido a la creación de una clase media a causa de la guerra y los movimientos políticos. Aunque aceptaba que México ya estaba listo para el tránsito de gobierno, reconocía su temor, pues pensaba “que el pueblo no se preocupa lo bastante acerca de los asuntos
públicos como para formar una democracia.”

Asimismo, percibía en los mexicanos un carácter egoísta y no los creía capaces de formar un proyecto colectivo.

“Piensan mucho en sus propios derechos y está siempre dispuesto a asegurarlos. Pero no piensa mucho en los derechos de los demás. Piensa en sus propios privilegios, pero no en sus deberes.”

Agregó el expresidente.

Los indígenas para Porfirio Díaz

Con respecto a los indígenas, sostenía que tenían poco interés político, pero no a causa de sí mismos, sino de las estructuras sociales heredadas del periodo novohispano. “Están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad, en vez de pensar por sí mismos.” Más adelante agrega que los considera “son amables y agradecidos”, excepto los yaquis y algunas tribus mayas, que había reprimido violentamente.

Sin imaginar lo que sucedería dos años después, Díaz negaba el poder de la oposición, considerándola una pequeña minoría. Afirmaba que dejaría para siempre el gobierno tras la conclusión del periodo que ejercía, por lo que abría la puerta a los partidos opositores. Daba la bienvenida a sus adversarios políticos, considerando que su aparición también era un buen signo de la vida política de México.

“Si aparece, lo consideraré como una bendición, no como un mal. Y si llegara a hacerse fuerte, no para explotar sino para gobernar, lo sostendré y aconsejaré, y me olvidaré de mí mismo en la victoriosa inauguración de un gobierno completamente democrático en mi país.”

Afirmaba Díaz.

Progreso y paz forzada para el pueblo mexicano

Para Díaz su obra estaba concluida, el México de progreso andaba gracias a las represiones y a la mano dura desde el gobierno. Declaraba sin rubores:

“Fue mejor derramar un poco de sangre, para que mucha sangre se salvara. […] La paz era necesaria, aun cuando fuese una paz forzada, para que la nación tuviera tiempo de pensar y actuar. La educación y la industria han llevado adelante la tarea emprendida por el ejército.”

Sin embargo, no creía que el poder militar debiera ser el destino de los mexicanos, consideraba que debía de emerger un tránsito hacia la homologación cultural que construyera la unidad nacional.

“Quiero ver la educación difundida por todo el país, llevada por el gobierno nacional. Es importante para los ciudadanos de una república el recibir todos la misma instrucción, de modo que sus ideales y sus métodos puedan armonizar y se intensifique así la unidad nacional.”

¿Qué pensaba Porfirio Díaz del pueblo mexicano?

La entrevista podría haber sido un poco más que diplomática, pues Díaz apostaba a la dictadura que mantuviera el orden social y económico hasta que se consolidara una plutocracia. Sus acciones lo confirmaron en las elecciones federales de 1910, donde compitió por la presidencia contra Francisco I. Madero, contradiciendo con ello lo dicho en la entrevista Díaz-Creelman.

Por su parte, Francisco Bulnes, periodista contemporáneo de Díaz registra declaraciones de Porfirio Díaz con un juicio más agudo sobre el pueblo mexicano.

“Los mexicanos están contentos con comer desordenadamente antojitos, levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir al trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia y obtener licencias con goce de sueldo, no faltar a las corridas de toros, divertirse sin cesar, tener decoración de las instituciones mejor que las instituciones sin decoración, casarse muy joven y tener hijos a pasto, gastar más de lo que ganan y endrogarse con los usureros para hacer posadas y fiestas onomásticas. Los padres de familia que tienen muchos hijos son los más fieles servidores del gobierno por su miedo a la miseria; a eso es a lo que tienen miedo los mexicanos de las clases directivas: a la miseria, no a la opresión, no al servilismo, no a la tiranía; a la falta de pan, de casa y de vestido y, a la dura necesidad de no comer o sacrificar su pereza.”

Narra el testimonio de Bulnes.

¿La mano dura contra el pueblo?

De acuerdo con Bulnes, dicho pensamiento fue lo que llevó a Díaz a instaurar la política de “Pan y palos”, la mano dura para el pueblo mexicano que requería de la paz forzada que no necesariamente representaba progreso para todos los sectores sociales.

Para algunos héroe, para otros villano, Porfirio Díaz cumplió su palabra de manera forzada, siendo obligado a renunciar al poder el 25 de mayo de 1911. México quedaría sumergido en la guerra civil y Díaz moriría en el exilio. Nunca más volvió a ser presidente.

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