La mayoría de las personas en condiciones de trabajo forzoso en México laboran en la agricultura, el empleo doméstico, el cuidado de la infancia, la minería y la manufactura. Además, importamos electrónicos y ropa hecha bajo trabajo esclavo en Asia y Sudamérica.

El trabajo forzoso es una realidad latente en el Siglo XXI, para muestra algunas cifras: en los últimos cinco años, México ha importado 9,200 millones de dólares en mercancías producto de esclavitud moderna. En América, tres de cada cinco personas forzadas a trabajar están en MéxicoBrasil y Estados Unidos. En nuestro país, más de 850,000 personas son víctimas de esclavitud moderna.

La información es del Índice Global de Esclavitud 2023, elaborado por Walk Free. El año pasado, junto con la Organización Internacional de Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de las Migraciones (OIM, por sus siglas en inglés), la organización adelantó que más de 50 millones de personas en todo el mundo viven bajo esclavitud moderna. En 2018 reportó 40 millones de personas.

El 56% de esa población se encuentra en labores forzadas, lo cual se traduce en más de 28 millones de mujeres, hombres, niñas, niños, adolescentes, personas no binarias obligadas a trabajar a veces incluso en actividades ilícitas. Y el 44%, más de 22 millones de niñas y mujeres, principalmente, son víctimas de matrimonios forzados.

A diferencia del informe del año 2022, Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna: Trabajo forzoso y matrimonio forzoso, esta vez Walk Free señala de manera un tanto más específica lo que sucede en México y la región.

En entrevista con El Economista, Katherine Bryant, jefa de Política y Programas para Walk Free, explica que en México el trabajo forzoso ocurre en la agricultura, el empleo doméstico, el cuidado de la infancia, la minería y la manufactura.

Muchas veces, dice, en esas actividades las personas no tienen ni paga ni descanso. No cuentan con cuidado médico ni legal, no tienen seguridad social y las condiciones en las que trabajan son inhumanas.

En cuanto a los productos que llegan a México fabricados por personas en condiciones de esclavitud moderna, los cinco principales son:

  1. Electrónicos (computadoras y celulares)
  2. Ropa
  3. Paneles solares
  4. Telas
  5. Maderas

Las maderas provienen de Rusia, Perú y Brasil. La ropa se importa de China, India, Bangladesh, Vietnam y Malasia. Los textiles llegan desde China, también los paneles solares.

¿Qué es la esclavitud moderna?

Definir la esclavitud moderna es esencial para entenderla y hacer algo al respecto, detalla Katherine Bryant. “En esencia, la esclavitud moderna es una forma extrema de explotación en la que las personas están forzadas a trabajar o casarse”.

El concepto parte de la esclavitud de personas de diferentes territorios de África, quienes fueron raptadas y puestas en regímenes laborales forzosos para la construcción de imperios o de países imperialistas.

Lo que muestra el índice, subraya Katherine Bryant, “es que la esclavitud moderna sucede todos los días. A diario, personas son engañadas o cohesionadas para hacer cosas que no quieren, y algo muy importante y grave es que no pueden decir que no. No pueden salir de esa situación”.

Las maneras de mantener a las personas aprehendidas son a través “de la violencia, el abuso sexual, privándoles de alimentos, privándoles de su libertad” o de amenazas contra sus familias.

“A pesar de no estar definida en la ley, la esclavitud moderna se utiliza como un término general” que abarca dos grandes modalidades: el trabajo forzoso y el matrimonio forzado, señala la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Pero no están separadas, las une el trabajo. En el matrimonio forzado, las niñas y mujeres son explotadas sexualmente, pero también deben realizar trabajos del hogar, un hogar que no desearon formar y mucho menos cuidar.

Walk Free estima que en América por cada 1,000 personas hay 3.5 en trabajo forzado y 1.5 en matrimonio forzado.

Migración indocumentada, el gran riesgo

México está catalogado como un país con riesgo moderado para la esclavitud moderna, se encuentra en el lugar 13 en el ranking regional. En este país, siete de cada 1,000 personas viven en condiciones de esclavitud moderna.

La pandemia de covid-19, la crisis climática y los conflictos armados y geopolíticos fueron el combustible para avivar este gran problema global y aumentar 10 millones de personas en condiciones de esclavitud entre 2018 y 2022.

Y hay otro inflamable: “La migración masiva alimenta el trabajo forzoso, particularmente en el corredor migratorio más grande del mundo, desde México a los Estados Unidos”, dice el reporte. O quizá más bien, las políticas migratorias racistas que además desamparan a las personas más pobres.

El informe pone en evidencia que México no sólo es un país de origen, tránsito y destino migratorio, también lo es de esclavitud moderna. Según el documento, entre 2016 y 2020, más de 4 millones de personas migrantes fueron apresadas en el corredor México-Estados Unidos. En ese trayecto están especialmente vulnerables a la explotación, dice Katherine Bryant.

También corren especial peligro al llegar a su destino, porque no tienen una red de apoyo, acceso al trabajo, no cuentan con documentos migratorios y son presa fácil para los traficantes que les obligan a trabajos forzados o al mercado sexual, explica.

Trabajadoras del hogar e infancias vulnerables

Muchas de las niñas, niños y adolescentes en trabajo infantil entran en las condiciones de esclavitud moderna. Y se sabe, apunta Katherine Bryant, que una parte de éste está involucrado con las actividades del narcotráfico.

Otra población altamente vulnerable al trabajo forzado son las personas indígenas, especialmente las mujeres y las niñas “debido a que el sistema patriarcal está dentro de la casa, pero también en las instituciones”, comenta la jefa de Política y Programas para Walk Free.

Y entre ese grupo están las trabajadoras del hogar. No todas son indígenas, pero quienes sí lo son corren más peligro y la pandemia lo demostró. Muchas empleadas que laboraban de planta no “podían salir de las casas donde trabajaban, prácticamente estaban encerradas con sus abusadores y esto subió el riesgo para estas personas”, señala la activista.

Si además son migrantes extranjeras indocumentadas, va sumando peligros. No tener acceso a la documentación les priva de tener trabajos formales y les impide el acceso a la protección de sus derechos, agrega.

La responsabilidad de las empresas

De los cinco países americanos en el G20, que son Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y México, solamente los tres primeros “han tomado medidas para abordar la esclavitud moderna en las cadenas de suministro”.

Para dicha organización, la manera en la que las empresas rindan cuentas, dejen de explotar a las personas y asuman su responsabilidad para evitar esta tragedia será reforzando la legislación.

Otro claro obstáculo en México para terminar con esta tragedia es la “confianza débil en los sistemas judiciales”, que disminuye las posibilidades de la denuncia y el enjuiciamiento a quienes esclavizan, señala el documento.

La falta de personal de inspección del trabajo también contribuye a que este problema continúe, dice Walk Free.

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