Cerca de 10.000 militares y policías cercaron la madrugada del sábado el populoso municipio de Soyapango, en la periferia de San Salvador, en el marco de la guerra contra las pandillas lanzada en marzo por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
“A partir de estos momentos, el municipio de Soyapango está totalmente cercado. 8.500 soldados y 1.500 agentes han rodeado la ciudad” de 242.000 habitantes, situada en la periferia este de la capital salvadoreña, anunció Bukele en su cuenta de Twitter.
El mandatario había anunciado el 23 de noviembre que cercaría ciudades para que los militares busquen casa por casa y arresten a pandilleros. Sopayango es la primera ciudad en la que se aplica esta medida.
Los soldados y policías se apostaron en las primeras horas de la madrugada en todas las calles de acceso al municipio, sin permitir que nadie entrara ni saliera del lugar sin antes ser registrado.
Los uniformados se encargarán “de sacar uno a uno a todos los pandilleros que aún se encuentran ahí”, dijo Bukele. La guerra contra las “maras”, que Bukele lanzó el 27 de marzo al amparo de un estado de excepción, ha llevado a la detención de 58.000 presuntos pandilleros, pero ha sido cuestionada por organismos humanitarios.
Soyapango ha sido considerada por años como un municipio inseguro debido a la acción de pandilleros. Hace unos meses las autoridades comenzaron a borrar de los grafitis alusivos a las pandillas.
Las acciones implementadas por el gobierno de Bukele en Soyapango, en virtud del estado de excepción, ha conducido a “una enorme mejora en su seguridad”, reconoció a inicios de esta semana su alcaldesa, Nercy Montano.
El estado de excepción, que permite detenciones sin orden judicial, fue declarado por el presidente en respuesta a una escalada de violencia que se cobró la vida de 87 personas del 25 al 27 de marzo. Cuestionado por organismos humanitarios, el régimen de excepción fue prorrogado por el Congreso hasta mediados de diciembre.
A la búsqueda de pandilleros
Las colonias en todo Soyapango amanecieron con fuerte presencia de soldados y policías, quienes buscaban pandilleros con caminar lento y con sus fusiles de asalto en mano, observó un periodista de la AFP.
Vehículos de combate del ejército y autos policiales recorrían las calles de la ciudad. Desde el aire, drones de la Policía sobrevolaban la zona para intentar ubicar a pandilleros.
El ministro de Defensa, René Merino, precisó que son 40 “puntos de control” instalados en Soyapango. “Ha sido una sorpresa (el operativo), lo están registrando a uno y nos piden el documento de identidad para verificar en donde vivimos, pero está bien, todo sea para nuestra seguridad”, dijo a la AFP Guadalupe Pérez, de 53 años, quien vive en una de las colonias del municipio.
Mientras tanto, policías abordaban autobuses de transporte colectivo para registrar a los pasajeros. “Los ciudadanos comunes no tienen nada que temer y pueden continuar haciendo su vida normalmente. Esta es una operación contra los criminales, no contra los ciudadanos honrados”, remarcó Bukele.
Apoyo ciudadano
El montaje de los cercos de seguridad en ciudades para la “extracción de pandilleros” es parte, dijo recientemente Bukele, del denominado plan de seguridad gubernamental Control Territorial.
“Las medidas que se están tomando están dando resultados notorios y la población lo ha notado, entonces no es de extrañar que la gente que ha sido afectada por las pandillas, que es la gran mayoría, estén de acuerdo con lo que se está haciendo”, dijo el criminólogo Ricardo Sosa.
Una encuesta de la Universidad Centroamericana (UCA) publicada en octubre mostró que el 75,9 % de los salvadoreños aprueba el régimen de excepción, y nueve de cada 10 salvadoreños aseguran que la delincuencia “ha disminuido” con la política de Bukele.
Antes de marzo y previo a que iniciara el régimen de excepción, en las cárceles de El Salvador había 16.000 pandilleros encarcelados. La mayoría de los detenidos son miembros de las pandillas MS-13 y su rival el Barrio 18 en sus facciones sureños y revolucionarios.
Nacidas en Estados Unidos, en las calles de Los Ángeles, las maras, según dijo recientemente Bukele, todavía tienen armas y “se están financiando de la venta de droga”.