Stefanos Tsitsipas, un tenista reflexivo, místico en ocasiones, escribió la siguiente cita en una de las cámaras de la realización televisiva, después de ganar este domingo la final del Rolex Montecarlo Masters: “Fate favors fearless” (“El destino favorece a los intrépidos”). Había hablado de eso con su equipo la noche anterior y se ve que la arenga le ayudó, porque el griego de 25 años, que vuelve al Top-10 ocho semanas después, fue muy superior a Casper Ruud y le venció por 6-1 y 6-4 en 96 minutos. “Quería salir y mostrar esa clase de tenis, porque le prometí a mi gente que no me iba a rendir y jugué de manera increíblemente implacable, con muchos tiros diferentes”, dijo Stefanos conteniendo la emoción que le provocó lágrimas después de tumbarse de espaldas sobre la tierra de la pista Rainiero III. A unos cuantos kilómetros de distancia, en Stuttgart (Alemania), su pareja, Paula Badosa, lo celebró probablemente llorando también.

Tsitsipas levantó por tercera vez en las cuatro últimas temporadas el trofeo del torneo monegasco (2021, 2022 y 2024), para convertirse en el quinto jugador que triunfa allí al menos en tres ocasiones, después del rey, Rafa Nadal (11), y de Thomas Muster, Bjorn Borg e Ilie Nastase (3).

El ateniense es ahora el príncipe de Mónaco, el nuevo dominador, heredero del balear. “Ha sido muy difícil volver a los podios y ganar torneos, que es una sensación asombrosa. No puedo dar suficientes gracias a mi familia, amigos, y a Dios, si lo hay ahí fuera, por hacer posible este momento. La tercera es aún más especial que la primera o la segunda vez. Esto es realmente increíble para mí, obtener esta victoria. Quería la trinidad, así que estoy muy feliz”, resumió el vencedor, gran especialista en arcilla, el mejor después del propio Ruud (98) en victorias (74) sobre esta superficie desde 2020. La diferencia es que él tiene ya tres títulos de Masters 1.000, los tres en Montecarlo, y el noruego de 25 años falla en los grandes. En su palmarés hay 10 ATP 250. Además de esta, se le escaparon dos finales de Roland Garros (2022 y 2023), por culpa de los gigantescos Nadal y Djokovic, a quien venció por primera vez en las semifinales del sábado; la del US Open 2022 (contra Alcaraz) y la de las ATP Finals de ese mismo curso (otra vez Djokovic). No le llega todavía ese salto, pero lo busca con mérito y ahínco.

Del hoyo a ser favorito
Tsitsipas, por su parte, sale del agujero en el que andaba metido y ahora huele a favorito para toda la campaña de polvo de ladrillo. Competirá, si no se baja a última hora, la semana que viene en Barcelona. Lo hará con la satisfacción de haber logrado un gran éxito sin perder un set y después de ganar a tres top-10 (Zverev (5º), Sinner (2º) y Ruud (10º)). Gracias a su victoria número 100 en tierra batida, suma 11 entorchados ATP (este es el primero desde Los Cabos 2023), aunque se le resisten los Grand Slams después de haber perdido la de Roland Garros 2021 y la del Open de Australia 2023, ambas ante Novak Djokovic.

El partido ante Ruud lo dominó de principio a fin, sobre todo con su drive, aunque se apoyó en ese estético revés a una mano que tiene y con el que a menudo traza tremendos golpes paralelos. El saque le ayudó bastante y minimizó los errores no forzados, sobre todo en un primer set en el que fue claramente superior. En el segundo, las fuerzas se igualaron y su rival dio un paso adelante para restar con mayor enjundia. Pero Stef salvó cinco puntos de break en diferentes momentos y con un winner de derechas cerró el triunfo sobre el servicio de su coetáneo Casper, con quien se había enfrentado y al que había ganado en la final de un Challenger en Italia, en 2016. “Empezamos juntos (hacer ocho años) y mira dónde estamos ahora, hemos hecho un viaje asombroso”, recordó. Un viaje del que disfruta, además, en casa, en el lugar donde reside, Montecarlo.

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